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viernes, 11 de mayo de 2012

Juan 15,12-17 (11-mayo-12)


Juan 15,12-17
12 Éste es mi mandamiento: que se amen unos a otros como yo los he amado. 13 Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por los amigos. 14 Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando. 15 Ya no los llamo sirvientes, porque el sirviente no sabe lo que hace su señor. A ustedes los he llamado amigos porque les he dado a conocer todo lo que escuché a mi Padre. 16 No me eligieron ustedes a mí; yo los elegí a ustedes y los destiné para que vayan y den fruto, un fruto que permanezca; así, lo que pidan al Padre en mi nombre él se lo concederá. 17 Esto es  lo que les mando, que se amen unos a otros.


Comentario:
El evangelio presenta las cualidades del amor cristiano ejemplificadas por Jesús: amor que se mide en términos de sacrificio, obediencia, autorevelación, manifestación, compromiso y fidelidad.
Una de las grandes problemáticas que sufre actualmente la Iglesia es la ruptura entre vida y fe, en lo que decimos creer y lo que en realidad hacemos. ¿Qué será lo que está fallando?
Para el evangelista Juan es importante la práctica del amor fraterno dentro de la comunidad de discípulos, ya que es la manera real de vivir plenamente la fe, por ello Jesús mismo se pone como ejemplo de vida, él es el modelo de amor perfecto, este criterio de amor desbordante, exige comprender de una manera distinta al ser humano y a la naturaleza, pasando por entender la relación de amo-siervo a una relación íntima de amigo-amigo en la que existe el conocimiento del otro.
¿Y si esto ya lo sabemos, qué está pasando? ¿Será que también existe un gran grado de desconfianza entre la comunidad creyente?
¿Qué podemos hacer? Según mi punto de vista, de acuerdo a todo lo que he tenido que leer para entender estos textos, es que debemos empezar por “no” mirar cómo lo está haciendo el otro, sino cómo lo estoy haciendo “yo”. ¿Me siento superior al resto? ¿Soy capaz de ser generoso sin alardear por eso? Cumplimos eso que tanto se repite ¡Qué no sepa tu mano derecha lo que hizo la izquierda!
Cuando tenemos un amigo(a) de verdad, le contamos todo, confiamos plenamente en él o ella y sobre todo le creemos. ¿Por qué lo hacemos? ¿Será que lo amo, que lo respeto? Y ¿eso tiene diferencia con el amor cristiano? Acaso Jesús nos conocía a todos cuando entregó su vida por nosotros, entonces es necesario hacer un ejercicio: Aprender a poner el rostro de Jesús en el otro, en especial si me cae mal, y decirle que lo amo.
Empecemos a hacerlo en silencio, hasta que tengamos el valor de decirlo en voz alta. “Hermanos que el Señor en su misericordia nos envíe sabiduría para comprender lo que debemos hacer como hijos de Dios.” AMÉN.
Orfa

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