Texto Bíblico:
12 44 Jesús exclamó: -El que cree en mí, en realidad
no cree en mí, sino en aquel que me envió; 45 y el que me ve, ve al
que me envió. 46 Yo soy la luz y he venido al mundo, para que quien
crea en mí no se quede a oscuras. 47 Al que escucha mis palabras y
no las cumple yo no lo juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a
salvarlo. 48 Quien me desprecia y no acepta mis palabras tiene quien
lo juzgue: la palabra que yo he dicho lo juzgará el último día. 49 Porque
yo no hablé por mi cuenta; el Padre que me envió me encarga lo que debo decir y
hablar. 50 Y sé que su encargo es vida eterna. Lo que digo lo digo
como me lo ha dicho el Padre.
Comentario:
En este
evangelio Jesús nos dice claramente que no habla por si mismo, o por su cuenta,
sino que es el Padre, que lo ha enviado, quién establece lo que debe de decir y
anunciar. Jesús quiere que tengamos conciencia que el responde al Padre, y no
deja de repetirnos la estrecha unión que tiene con el Padre. Ver a Jesús con fe
es ver al Padre en el Hijo.
En la
vigilia pascual estuvimos en la oscuridad, nada veíamos y poco podíamos
movernos; pero apareció la luz de Cristo, representada en el cirio pascual, y
la luz se fue repartiendo a todos los que estábamos en tinieblas. Quedarse en
las tinieblas es quedarse en el pecado, en el error. Si aceptamos la luz, es
porque queremos dejar de lado todo lo que oscurece nuestras vidas, el orgullo,
el rencor, el afán de poder, etc. Como cristianos , queremos ser hijos y
hermanos de la luz, como comunidad caminar juntos y en la luz, recibir y dar
luz, es decir, recibir con alegría la afirmación que nos hace Jesús para salir
de nuestra oscuridad.
El
Señor vino a mostrarnos el camino de salvación, no vino a juzgarnos y a
condenarnos. Seremos nosotros mismos que, si no aceptamos su Palabra, nos
condenamos a nosotros mismos. “La Palabra, que yo he dicho, lo juzgará el
último día”
Marité
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