Texto Bíblico:
3 13 Nadie ha
subido al cielo si no es el que bajó del cielo: el Hijo del Hombre.
14 Como Moisés
en el desierto levantó la serpiente, así ha de ser levantado el Hijo del
Hombre, 15 para que quien crea en él tenga vida eterna.
16 Tanto amó
Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que quien crea en él no muera,
sino tenga vida eterna. 17 Dios no envió a su Hijo al mundo para
juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por medio de él.
Comentario:
Hoy
celebramos la “exaltación del amor” o la exaltación de la cruz”, y en nuestro
país, la “cruz de Mayo”. Todos los creyentes nos hemos detenido ante la imagen
del Señor crucificado, a rezar o a rogar por nosotros. Pero no debemos
quedarnos en su dolor y humillación, sino mirarlo y descubrir el amor inmenso
de Dios, que ha querido compartir nuestra vida, sufrimientos y nuestra propia
muerte. Lo dice el evangelio de hoy: “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su
Hijo único, para que quien crea en él no muera, sino tenga vida eterna”.
Cristo
siendo Dios, en la cruz se despojó de si mismo por amor a nosotros. ¿De qué nos
podemos despojar nosotros para asemejarnos “un poquito” al Señor crucificado?.
A cada uno de nosotros en nuestra vida diaria le tocan una serie de
oportunidades para despojarnos de “algo” que nos impide acercarnos al amor de
Dios. Despojarse de si mismo es entregar tiempo y amor a los demás, domeñar el
orgullo y perdonar, tener fortaleza frente a la enfermedad, los problemas
económicos o la muerte de un ser querido, y así día a día ir ofreciendo lo que
nos acontece, y nos iremos acercando al amor del Señor crucificado.
Marité
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