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martes, 1 de mayo de 2012

Juan 10,22-30: 1 de mayo de 2012


Texto Bíblico:
10 22 Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación y era invierno. 23 Jesús paseaba en el templo, en el pórtico de Salomón.
24 Lo rodearon los judíos y le preguntaron: -¿Hasta cuando nos tendrás en suspenso? Si eres el Mesías, dilo claramente.
25 Jesús les contestó: -Ya se lo dije y no creen. Las obras que yo hago en nombre de mi Padre dan testimonio de mí. 26 Pero ustedes no creen porque no son de mis ovejas. 27 Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen; 28 yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrancará de mi mano. 29 Mi Padre que me las ha dado es más que todos y nadie puede arrancar nada de las manos de mi Padre. 30 El Padre y yo somos uno.


Comentario:
Hoy la Iglesia recuerda el día del Trabajador y a San José Obrero. San José fue un auténtico obrero en el pleno sentido de la palabra, con sus manos procuró el sustento a su esposa María y a su hijo Jesús. Como él, todos los trabajadores y trabajadoras de este país y del mundo laboran en el campo, en la ciudad, en el hogar, en la oficina, en la construcción, etc., para obtener el sustento y el bienestar a sus familias y los estudios a sus hijos. Hoy es el día para reflexionar en torno al deseo de mejorar las leyes laborales y un mejor reconocimiento a nuestro trabajo “bien hecho” que hace grande a nuestro país.
Jesús es el perfecto trabajador, es el buen pastor que cuida y ama a sus ovejas, y éstas escuchan su voz y lo siguen. Este es el plan de Dios que tiene para nosotros. Escuchar y seguir a su Hijo, para tener vida eterna, porque el Padre y Jesús son uno. Jesús es el consagrado del Padre mucho más que el recuerdo del Templo purificado en la fiesta de la Dedicación. Jesús hace visible al Dios Padre invisible, también nosotros debemos hacer visible todo lo que sabemos y creemos que Jesús es.
Marité

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