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sábado, 4 de mayo de 2013

Juan 6, 52-59


Texto Bíblico:
Los judíos se pusieron a discutir:- ¿Cómo puede este darnos de comer [su] carne?  Le contesto Jesús:- Les aseguro que si no comen la carne y beben la sangre del Hijo del Hombre, no tendrán vida en ustedes. Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitare en el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. Quien come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en el. Como el Padre que me envió vive y yo vivo por el Padre, así quien me come vivirá por mí. Este es el pan  y bajado del cielo y no como el que comieron sus padres, y murieron. Quien come este pan vivirá siempre. Esto dijo enseñando en la  sinagoga de Cafarnaúm.

Comentario:
El discurso del pan de vida es central en el evangelio de Juan. Jesús se revela como “verdadera comida y verdadera bebida” Es verdad que la referencia de Jesús a la comida y bebida evoca inmediatamente el alimento físico necesario para nutrir el cuerpo y dar vida. Pero el Maestro se vale de esta realidad cotidiana y necesaria del ser humano para proponer la comida y bebida verdadera que implica entrar en comunión con El. De tal manera que la relación del creyente con Jesús no depende de una simple adhesión de orden ideológico o emocional. Esta relación implica alimentarse con su misma persona, que es la autentica palabra del Padre; dejar que la palabra cobre vida y fuerza en el interior del creyente.
Comer a Jesús significa, sentirlo en nuestra intimidad, cuando estamos alegres, cuando nos sentimos perdidos, cuando nos toca sufrir una pérdida o cuando nos enfermamos, si el late en mi me puedo levantar todas las veces que sea necesario y el gozo que eso nos hace sentir nos transforma en personas alegres y amables, ver siempre el lado bueno de las cosas. El Espíritu que se recibe lleva a una entrega y a una calidad humana como la suya.
Orfa

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