Texto Bíblico:
6 30 Le dijeron: -¿Qué señal haces para que veamos
y creamos? ¿En qué trabajas? 31 Nuestros padres comieron el maná en
el desierto, como está escrito: Les dio a
comer pan del cielo.
32 Les respondió Jesús: -Les
aseguro, no fue Moisés quien les dio pan del cielo; es mi Padre quien les da el
verdadero pan del cielo. 33 El pan de Dios es el que baja del cielo
y da vida al mundo.
34 Le dijeron: -Señor,
danos siempre de ese pan.
35 Jesús les contestó: -Yo
soy el pan de la vida: el que viene a mí no pasará hambre, el que cree en mí no
pasará nunca sed.
Comentario:
Así como Dios alimentó
a su pueblo con el maná para que no desfallecieran en el desierto, así Jesús
nos alimenta con su cuerpo. La vida nueva que Jesús nos regala en la Pascua se
mantiene en nosotros al recibir el Pan de vida. Éste es el alimento que Dios
nos da, alimento que nos hace partícipes de la Pascua de Jesús y nos mantiene
en el camino para que no caigamos ni en el desaliento ni en la muerte.
Nuestro Padre Dios
siempre ha estado velando por nosotros y dándonos lo que necesitamos. Él es el
que nos alimenta y sostiene. Es algo tan evidente que a veces pasa
desapercibido para nosotros.
Hemos sido creados
libres y tenemos la posibilidad de vivir eternamente junto a nuestro Padre, si
seguimos a Jesús, si hacemos lo que Él nos dice. Él es el Camino, la
Verdad
y la Vida. Es por Él que llegamos
al Padre. Él lo ha hecho posible, con su vida, muerte y resurrección.
Fuimos creados en este
mundo maravilloso para el amor. El amor es la respuesta natural a la
Gracia
abundante que hemos recibido de manos de nuestro Padre. Él, que nos amó desde
antes que viniéramos al mundo, solo quiere que demos como respuesta el amor:
amor a Dios por sobre todas las cosas…, después de todo él nos sostiene, y amor
a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
A esto se refiere el
Señor cuando nos dice: “Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá
hambre y el que crea en mí, no tendrá nunca sed”.
Anita
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